El impulso

El tiempo pasa, de a poco te das cuenta que ya no eres tan joven, te salieron canas, arrugas, una panza que a veces te molesta, las piernas tienen celulitis y percibes la vida.
Antes, siempre pensabas en ese día que llegaría pronto, cuando salieras del colegio, cuando vivieras sola, cuando terminaras la universidad, cuando el chiquillo que te gusta al fin decidiera hacer algo contigo… pero el tiempo fue pasando y cada una de esas cosas fueron quedando atrás.
El chiquillo, la escuela, la casa de los papàs, la universidad… y ahora llevaba dos semanas encerrada caminando sobre su propia basura.
-          Amiga, yo creo que debes ordenar, nuestro espacio es el reflejo de nuestra mente.
Toda la razón.
No sabía por dónde partir. Ordenar es una decisión difícil.
Tantas cosas que se irían a la basura, los recuerdos que es mejor ya no toparse o que ya no sirven para nada.
La añoranza de un pasado que no volverá, el pantalón en donde seguramente nunca volverás a entrar.
De esa ilusión de desborda los ojos y el papel.
Los materiales para hacer las cosas que te gustan, el espacio para dejar las cosas nuevas que desearas conservar por algún tiempo para contemplarlas y disfrutar.
Decidir es difícil cuando tienes la certeza de que armas tu vida. No de esas elecciones falsas, sino que de las genuinas, de las que hacen tu historia, y aunque sabe que su historia es suya, conoce también el valor de la voluntad y el poder que guarda saberse constructor de la historia… algo que la mayoría de la gente desconoce.
No es que quiera negar el rol que cumple en el mundo, por mucho que se niege a aceptarlo, sabe que siempre será de los de abajo.
Los que sostienen el mundo… de los que sostienen las casas.
Pobre y mujer.
Con esas ideas que ha forjado este último tiempo se encontró sin la posibilidad de responsabilizar a nadie más por sus frustraciones… sin la posibilidad de descargar su furia contra el mundo, bueno contra el capitalismo sí, pensó enseguida, pero los demás, están todos tan rotos como ella… tanto nos cuesta levantarnos.
La  voluntad y apatía no son compatibles.
-¿ Puedo deambular entre ellas?
- Vivirás a medias… media amiga, media amante, media madre, media… persona…
 Puedo enterrarme un rato en tierra y descansar… ser el viento, quisiera creer el Dios un día o en el azar o al menos en que la tensión social es algo inevitable y que solo se debe esperar para cambiar el mundo a que éste ya no dé más y que todos dejemos de ser alienados… pero no, no creía en nada de eso…
A penas creía en ella y en algunos amores.
A veces creía en ella en realidad y a penas podía con la soledad… pero como su motor era vencer el miedo, ahí estaba arrojada a la soledad, intentando forjar una relación con ella misma, una relación de amor, porque el amor es importante.
El amor que le ponemos a las caricias, a los besos, a las palabras, a los oídos, a las lecturas compartidas, a las caminatas de noche, a los deseos, a los sueños.
El amor a ese mundo que sigue por ahí resistiendo. A los pájaros.
Abrió las cortinas y decidió comenzar a limpiar. Lleva varios años en ello.


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