La última botella de ron

Suena tu reloj anunciándote que a terminado la jornada y sonríes, es hora de ir a casa a descansar piensas, terminas el trabajo, todo debe quedar limpiu9o y preparado para la nueva jornada que comenzará cuando este lado del planeta vuelva a dejar atrás a las estrellas. Ordenas tus cosas, hace frío, la hoya del almuerzo, el bolso con los zapatos limpios, te lavas en el baño… ella te espera en casa. La camisa, un chaleco y el abrigo, el paraguas por si llueve. Y sales por la puerta hacia la calle, no es un día tranquilo, tienes deseos de comer de tirarte en la cama de esperar tranquilo.

Es la hora del estancamiento los autos lanzan bocinazos, todos quieren llegar pero nadie avanza. Miras el reloj, ya va media hora y recién estás en el paradero, el bus no ha pretende detenerse en donde estás, esperas con calma. Finalmente subes a uno, una hora u cuarto de pie frente a las escaleras cuando a lo lejos ves tu casa.
- Oiga, pase un ratito más que sea- ya le había dicho que venía cansado pero como insistió no me quedó otra que más que aceptar, total que más daba igual me iba a levantar de madrugada a trabajar.
Me senté en la única silla que había disponible, la verdad no eran sillas más bien eran bancas improvisadas, el vino y la conversación eran buenas, anécdotas más que nada, la vecina hizo un pebre delicioso ella quiere que nos vayamos luego, no quiere ver a su viejo borracho otra vez, en verdad hace lo que hace sin ganas, lo noto en su cara, aunque trate de ocultarlo. La ampliación de la casa, todos prometen colaborar, eso es lo bueno por ese lugar, la última novedad de los diarios, el candidato preferido, el partido de fútbol, la farándula y los jugadores, la hija predilecta que emociona a su padre, los abrazos, más botellas de vino, más botellas de ron, la calle vacía, sólo sus ahogadas risas.
- chucha- dice uno entrando- ya no importa. Sale de su casa trayendo en sus manos la última botella de ron que bebés pensando en sus ojos despiertos esperándote en la cama, en la jaqueca de mañana… pero que más da, es tan sólo una botella más de ron entre cuatro viejos amigos.
Tambaleándote regresas a casa, un paso hacia delante, dos hacia el costado, el perro que ladra, te has alejado de casa. Miras a tu alrededor ubicándote, en dónde mierda estoy tocas tu cabeza mientras reconoces el almacén de la avenida, caminaste hacia el otro lado, ríes de tu torpeza y sigues avanzando con el gorro medio afuera de la cabeza, y el bolso del almuerzo enrollado en el cuello.

Te acercas a la esquina, no se ve nada, la gente corre en pijama por la calle, te pican los ojos, se desgarra tu garganta en tos seca de humo, gritos desesperados, auxilio. Y los descubres todo, la realidad te da una bofetada y el alcohol se evapora de tu sangre aumentado las llamas, cuatro casa alrededor de la tuya, y tu mujer y tus hijos atrapados… la sirena de bomberos, millones de ambulancias, cuándo sucedió todo esto…

Ruinas, un terreno solitario, dos casas reconstruidas, la tuya abandonada, duermes entre las ruinas llorando la pérdida, esperando brote una chispa de madera oscura y apague tu vida abandonada.

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