El auto familiar siempre fue uno de los pocos espacios de compartir, los traslados compensaban, en algo, lo que el dinero y la lucha diaria por obtenerlo, nos arrebataba como criaturas de entre  cuatro y siete años. Compañía y mimos. Un día así, conté algo como esto:
- Tuve un sueño anoche.
- En serio y qué soñaste.
- Soñé que estaba embarazada y tenía gemelos.
El siguiente silencio me dio a entender la desaprobación de lo que mi inconsciente estimulado por las muñecas que adornaban las repisas de mi pieza habían construido para mí la noche anterior. Mi padre, que siempre fue de sermones, nunca de gritos y golpes, comenzó con uno de ellos.
- Tú no debes pensar en eso, debes preocuparte de estudiar, no de tener hijos, si eres tan chica.
- No, si tienes hijos, se te acaba la vida, tienes que estudiar, trabajar, conocer, viajar primero.
Escuché. Recepcioné el mensaje que años más tarde sería repetido de forma incesante hasta por mí misma. Yo no te voy a cuidar hijos. Cabras de mierda, se cagan la vida. Lo peor que le podía pasar a una no era que te violaran, no era que te enfermaras (¿its?), era quedar embarazada. Porque tú te lo buscaste, por caliente, por puta, por ignorante o pajera,  por jipi que le cuenta los días a la luna (hola, sí, parece que varias no sabemos contar), porque una guagua O SEA  te cambia la vida, nada es igual.  Las que quedan embarazadas son tontas, si hay tantas cosas para cuidarse ahora. Pero no, es que son muy chicas para tomar anticonceptivos, eso es como darles chipe libre. Y nunca hablen de sexo más que para reírse, ay que chistoso dije pene. El sexo algo muy serio y peligroso. Eso que quieren los hombres.
Primero medio, mi amiga de rulitos nos cuenta que está embaraza. Con la rusia quedamos impactadas. Nos había jurado que llegaría virgen al matrimonio. Ese tema de la virginidad me revolvía el estómago de asco cada vez que se nombraba, pero esa es otro historia. Nos quedamos sin amiga. Una tonta más, igual que yo y la rusia, que las tres somos mamis y estamos en la carrera del esfuerzo. Unas con menos ganas que otras. 
Entendí el mensaje. Mamá igual tonta. Pero no tu mamá, una como mamá. Porque puedes ser mamá, pero primero debes ser exitosa. Porque las que son mamis sin recursos, ay no, esas son inconscientes. La maternidad perfecta es un privilegio para las que pueden, para esas que hacen la carrera, se compran el auto, la casa, hacen la fiesta bonita, se sacan fotos en el trópico y, luego, ya pueden ser madres. Una que andaba por ahí media vuelta loca y decidió con el examen en las manos si paria o si no, una la impulsiva y loquilla, no po, obvio que esa es tonta, re tonta. Si igual siempre tuvo pajaritos en la cabeza la  cabra. Y parecía que no, oye, que esa cabra pintaba para otra cosa. Hubiese sido famosa, lo que ella hubiera querido, pero quedó embarazada y bueno. 
Entonces, años después del paseo en auto,  un día cualquiera de otoño abro un bonito libro, de portada con diseño colorido y aclamado por nenis como yo. Paso a leer cosas como:
- La maternidad se convirtió en la experiencia femenina ineludible, valorada entre todos.
Me pregunto si esta señora no sabe que en la india hay mujeres que se extirpan el útero para conservar sus paupérrimos trabajos, o que en bolivia esterilizaron forzosamente a muchas mujeres indígenas o es que ella no vivió en un país donde lo que se nos pide no es ser madre... lo que se me pidió a mí, a mi compañero, a mis amigas, que son bien quejonas como yo, era algo más bien como:
sé inteligente
sé productivo
sé impermeable al afecto
que el dolor no te rompa  depende de ti
que todo pasa
que los amores pasan
que los amigos no importan
tú lucha por tus sueños
sé lo que quieras ser
sueña con eso que te dará de comer 
( qué quiere ser cuando grande, mihijita)
sé feliz
sé feliz
sé feliz
decrétalo, repitan conmigo: soy feliz y hago un collage con mis sueños. 
( Lo intento constantemente,  pero aún no, no me funciona, qué decepción)
Aquí tenemos el soma...
 ah no, eso es de otro libro, aunque a mí se me atraviesa por varias conductas cotidianas. Porque si po, si se puede ser feliz en el capitalismo, lo dijo Huxley (felicidad y comodidad), otro tipo de esos de las teorías tan radicales que  gustan tanto por estos barrios, lo digo yo  y toda su rimbombante propaganda publicitaria, pero recuerden, chicos, que la felicidad es un instante. Reconozcanla, no sea que se les pase.
Bueno, así con el día de otoño. Supongo que como, usted, que teoriza  desde su propia experiencia sabrá que no es parámetro para establecer verdades, aunque bueno hay tantas verdades como personas y tantas personas como... ay me perdí, pero sigo con: yo tengo mi vida ( no lo aprendí solo en los libro, que harto ignorante que soy, siempre lamento que cada vez más se deslegitima los libros como fuente del aprender frente a la cada vez más todo poderosa experiencia incuestionable como esta, ups, como la que conté también, igual sirve la experiencia) y nunca he sentido que el parir me haya hecho emblema de nada. Las mamis que juntan las chauchas tampoco lo creen, para que hablar de las que no pueden vivir con sus hijos.
Y, bueno, el blabla que da sueño, ya, lo contaré un poco, para ser entendida, aquello de que la emancipación de la mujer (años 70) no creo " el equivalente a ikea para cuidar de los niñxs, el equivalente de Moncitosh para la limpieza domiciliaria?" ay, no sé cómo le explico que no se si sea lo mejor liberarnos apoyándonos en esas ideas de progreso ya bien cuestionadas. Cómo le digo que las mujeres de su mundo acomodado no necesitan tanta máquina porque hay otras mujeres pobres que les crían a sus hijos (aún, cada vez nos necesitan menos en sus países ricos) y porque las mujeres pobres como yo ( o clase media diría la vecina) no queremos salir de nuestras casas a trabajar, debemos hacerlo,  a ese anhelado espacio masculino en donde el poder decide por nosotras como usted misma lo dice. No, yo quisiera quedarme o salir para mirar a tarde, queremos movernos por las necesidades reales, no por ese poder de acumular cosas quién sabe para cuándo poder gastarlas, no por eso que llaman Mundo. No es que como usted dice " Dejar de lado el mundo político revela nuestras propias reticencias a la emancipación". No, no es que dejemos de lado el mundo político, es que, o es que yo vivo en otro planeta, o  a veces creo nos dejamos seducir tanto por estos discursos bañados con gliter de radicalidad y pasamos por alto cosas como esa fragmentación de la vida (economía, política, sociedad, etc. infinito, múltiple y diverso)  no nos deja ver que la fuerza está en darnos cuentas de la ficción que nos han impuesto, de que no se decide ahí la Historia, no. Y bueno,  me casi  despido con esto:
<< Cuando el inconsciente colectivo, a través de esas herramientas de poder que son los medios y la industria del entretenimiento, sobrevalora la maternidad no es por amor a lo femenino, ni por benevolencia global. La madre investida de todas las virtudes, implica que se prepara al cuerpo colectivo para una regresión fascista>> 

Gracias, por nuevamente dibujar a algunas de las mujeres en la bandera del enemigo que se debe destruir, pero , primero que todo, las madres con poder adquisitivo son cotizadas potenciales consumidores por un largo plazo de veintitanto años, si no más, motivo que mueve a la industria, más que nada y razón más que suficiente para que se nos dibuje un altar. Además, ni el fascismo  es el único ni peor peligro para la tierra y la humanidad ni las madres tenemos tanto poder como se dice en su libro. Aunque sí, siempre nos dicen que la mamá quiere lo mejor para nosotros, también sabemos que somos el origen más directo de todos las trancas y traumas de nuestros hijos, ya sea porque estás en exceso o porque te fuiste de fiesta. Para mí que somos el enemigo interno más visible, tanto de adultos frustrados como adolescentes deprimidos. Tanto del feminismo liberal como el suyo, como del feminismo brillante y estrambótico. Para mí, no somos culpables de nada ( ay, líbrenme de la culpa), ni siquiera de la basura que botan nuestras guaguas (sabes cuántos pañales usa una guagua en su vida, sabes cuánto tiempo se demora en degradarse un pañal), para mí que es algo más grande que nos empuja a apuntarnos con el dedo a unos a los otros y que, claramente, no es casualidad. Hay un enemigo más grande y se perpetúa también de nuestros autoengaños para dormir tranquilos: No, ya no se puede cambiar el mundo, duéme tranquilo con esta pastillita, mañana tienes que trabajar.

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