En la colección están incluidos los siguientes cuentos:
Atrapado por una ráfaga de viento
Margarita
Alas
El extraterrestre
Hacia la nada
Vieja guitarra
Árbol
La libélula
El bus fantasma
Mil dimensiones
El tiempo pasa, de a poco te das cuenta que ya no eres tan joven, te salieron canas, arrugas, una panza que a veces te molesta, las piernas tienen celulitis y percibes la vida. Antes, siempre pensabas en ese día que llegaría pronto, cuando salieras del colegio, cuando vivieras sola, cuando terminaras la universidad, cuando el chiquillo que te gusta al fin decidiera hacer algo contigo… pero el tiempo fue pasando y cada una de esas cosas fueron quedando atrás. El chiquillo, la escuela, la casa de los papàs, la universidad… y ahora llevaba dos semanas encerrada caminando sobre su propia basura. - Amiga, yo creo que debes ordenar, nuestro espacio es el reflejo de nuestra mente. Toda la razón. No sabía por dónde partir. Ordenar es una decisión difícil. Tantas cosas que se irían a la basura, los recuerdos que es mejor ya no toparse o que ya no sirven para nada. La añoranza de un pasado que no volverá, el pantalón en donde seguramente n...
La chola vivía en el tejado de la casa de mi abuela, el tejado de esas típicas casas rojas de dos pisos hermanadas de a ocho que repartió el dictador local a los pobres de las periferias de la ciudad, no era tan chicas como las que sus sucesores democráticos otorgaron en la década de los noventas en las nuevas poblaciones, ahora llamadas villas, que proliferaron en antiguos terrenos agrícolas. Hoy, en muchas de esas villas, la pasta base mata en vida a las niñ as que fueron paridas y paren en el hacinamiento. Mi abuela apenas caminaba entre murallas de su anhelado hogar, tenía ochenta años cuando conoció a la cholita, hace unos veinte había podido, por fin, habitar en una casa con suelo. Había parido doce veces y le dolían las rodillas porque se descalcificó en los embarazos y porque mi abuelo siempre le pegaba en las piernas cuando se curaba, a pesar de eso, se las arreglaba para arrastrar los pies y dejarle a la cholita un plato de sobras para que no pasara hambre. La chola paría sin...
A veces me desespero y lo saben. Miro por la ventana horas e invento momentos. Te pido que me digas algo… me dicen distintas cosas pero todas tienen que ver con el hacer, hacer, hacer, hacer… hacerse, hacerme… teorizo y divago y siento un vacío al ver la pequeñez de mis frutos, a veces quisiera ser una ventolera y levantar el polvo para que mis hermanas se hagan invisibles para concretar lo que hemos tramado sobre la almohada con ojos brillantes y con carcajadas, nuestros aprenderes y desafíos… el ímpetu que nadie nota y que es mejor callado, caritas dulces, y negros pensamientos, como dicen por ahí… te llamo por teléfono y te digo que necesito hablar, a veces quisiera un camino, estrategias pienso, aunque sea un invento, para no sentirme en esta perpetua incertidumbre deseosa de algo nuevo, de algo ardiente, de algo libre y fugaz…una de ustedes me escribió el otro día que podemos disfrutar mientras lo intentamos, mientras nos amamos y construimos… tantas cosas que se escuchan. Golp...
Comentarios
Publicar un comentario