Invierno
El invierno es el invierno dentro y fuera, no sé por qué las
estaciones me calan tan hondo, como si invadieran la piel, el fío, la quietud,
la lluvia, las confusiones, la incapacidad de movilizarse, de decidir.
De pronto agosto te golpea y te dice que nunca serás parte del mundo y que la
calma nunca llega, pasos que abren ventanas por donde entran torbellinos de
deseos e inquietudes, la existencia que escribes, las ataduras, los límites,
los miedos… descubriste que no eres la persona que te gustaría ser… que eres
una sobreviviente más, que transita intentando hacer de esto algo menos feo,
intentando que el mundo no devore la poca luz que queda aún dentro, pero todo
es tan rígido y la rigidez y las propias carencias personales…
Dónde armar situaciones...
Potenciales transformaciones...
Dónde están las compañeras.
Dónde armar situaciones...
Potenciales transformaciones...
Dónde están las compañeras.
En esa lucha por hacerse más fuerte… por ser mí camino…
Al final, me asusto, todos quieren ser mejores, la lucha por llegar a la
plenitud, por ser querido, amado, aceptado… comprendido… pareciese que todos
hablamos distintos idiomas… desvalidando a los demás para sentirnos mejores con
nosotros mismos y nuestras decisiones, para aplacar la miseria que llevamos
dentro, nuestras cadenas…
El apego a lo material…
El amor romántico…
El ego…
Las castraciones varias…
Y a mi me pesa el invierno cuando debiese moverme por mi
vida, buscar un refugio para soñar y no consolidar los barrotes con los que con
todo el amor del mundo me han querido resguardar mis amores primeros…
A veces en las noches quisiera un abrazo…
Y lamento los llantos no oídos… no he sido la mejor, estoy
siendo y a veces no puedo cumplir con tantas fantasías… expectativas… la hija,
la madre, la amiga, la profe, la compañera… y yo con mi mente tan compleja que
siempre se ata… se confunde…
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