Aves migratorias
Hace unos meses, le devolvió su
corazón y ahora estaban sentados juntos frente al mar, mirando el horizonte,
pensando en lo que venía, en las decisiones que construyen las historias. Eran
compañeros y buscaban algo, un momento trascendente que intencionaban … cada
uno desde sus soledades cómplices y enamoradas de una pulsión que no sabían de
dónde venía si de la conciencia trabajada o de las ansias inmanentes de fugarse
y destruir.
Meses atrás, él tocó la puerta, le entregó un papel y su
pequeño corazón tejido a crochet… ella nunca se lo pidió, pero a pesar del
dolor se supo agradecida, cada corazón debe estar en el propio pecho para
asegurarnos de que seguimos con impulso la vida, para darle un ritmo único a
nuestros momentos… ella ahora más que nunca quería revivir a la vida.
Se dibujo uno floreciente, herido y renaciente para que nunca más su corazón abandonara su sitio.
No sabía cómo empezar, desde el
inicio suponía, la búsqueda del yo. Vagando constantemente en el amor, la
normalidad… no era primera vez que le pasaba, esperaba que fuera la última. Se
sentó a pensar y sentir la fascinación del enamoramiento y a intentar entender
en qué momento esa sensación inmoviliza y acomoda, así lo veía ahora, adecuarse
a la norma social al construir una familia tradicional ( o no tradicional) a pesar de todas las
ansias de algo nuevo… horas pensando en ser
sola, en responder solo a sus deseos, ser genuina o intentarlo versus las horas
que pasamos aletargadas pensando en el romance y los sueños, que ya no son
tuyos… criada como mujer tanto tiempo mirando sus acciones en función de otros,
de las expectativas ajenas, esperando ser agradable lo que derivaba en la
complacencia tan amiga de la sumisión y tan lejana a la rebelión que sentía era
su camino a la libertad…
Sola, con el corazón de crochet
en la mano.
Sola porque no hemos sido creadas
por este mundo para sernos y hacernos solas y hay que romper con las
estructuras para poder sentirse fuerte y dedicar el tiempo en amarse y en hacerse
como siempre quiso, como lo que buscaba en otros, en sus parejas a lo largo de
todos esos años… sentía la necesidad se hacerse fuerte, de no buscar a los
amores desde la debilidad…
Para evitar chantajes
Para impedir que el peso de su
emocionalidad recayera en alguien
Para que su amor propio no
tambaleara con los celos y las posesiones.
Para tener la fuerza de retornar
a su propio camino cuando un amor intenta arrastrarla hacia su pista.
Para encontrarse entre tantos
deseos.
Sola para inventar nuevas estrategias, para sentirse con locura e ir y volver, en verano, en invierno... como las aves migratorias sin mirar atrás.
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