Fugarse por la ventana
Sí, siento que vienes llegando y temo porque sé que no te quedarás. Temo porque te espero y dudo de mis certezas y de mi fuerza para dejarte ir mañana temprano quizás para siempre. Temo porque habitas mis momentos míos en donde sé que debo desocuparme y quisiera renunciar a recrearte en mis recuerdos, porque te alimento y veo crecer, temo a que me devores y te lleves lo poco que tengo. Porque me da placer cerrar los ojos y mirarte cerca mío en la oscuridad.
Temo porque tengo la certeza que este no es nuestro efímero momento.
Temo porque tengo la certeza que este no es nuestro efímero momento.
Cuando niña escribí muchos cuentos de amor y no puedo evitar hacer narraciones de cada uno de mis momentos. No creas que esto es especial- aunque puede ser que mi afirmación provenga de la negación constante que me bombardea-.
Antes de que llegaras cantaba a la soledad la comía y sonreía. Cuánto tiempo deseo un momento de soledad simplemente para ser después de tanta entrega.
Antes de que llegaras cantaba a la soledad la comía y sonreía. Cuánto tiempo deseo un momento de soledad simplemente para ser después de tanta entrega.
- El apego dubitativo- me dijo una amiga una noche... mientras sollozaba apoyando mi cabeza en sus muslos.
Hoy en la mañana, desperté y fui a la cocina por una manzana, una mariposa intentaba huir del caos que emano por donde me muevo chocando reiteradamente contra la ventana, era grande y brillante, sus movimientos eran torpes, pensé en sostenerla entre mis manos, cuántas posibilidades tengo de sostener una mariposa en mis manos, hubiese sido fácil de atrapar , me supe tan humana por mi deseo primario de poseerla, con mis torpes movimientos que seguramente la hubiesen dañado y simplemente le abrí la ventana para que siguiera su camino, habitó mi espacio e hizo de esa mañana algo distinto... se fue apresuradamente y creo que no miró atrás ni se enteró de cómo la miré prendida unos momentos antes de acordarme de lo que estaba haciendo cuando la sorprendí en su inútil intento de fuga, si se hubiese dado la vuelta le hubiera deseado buena suerte, quizás mientras la miraba aletear sabiéndose libre en el humo de la ciudad quise verla mirándome... Me imaginé que quizás las larvas de polillas que a veces pillo por el techo son de mariposas también y me quise pensar en que un día llegaré a mi casa y hallaré todo lleno de mariposas gracias a mi desorden.
Pero mi pensamiento más profundo fue otro. Me acordé del queltehue de Manuel Rojas, ese tal Pancho que habitaba su patio porque le recordaba el arrojo del viajero, al ímpetu del joven, la libertad que alcanzo a degustar - o quizá simplemente a oler- antes de que la madurez que lo ataviara a las responsabilidades de un padre viudo. Me sumergí en las representaciones de la libertad o de las cosas que deseamos porque consideramos bellas pero que queremos que se queden para siempre. Yo misma me he pintado la piel con representaciones de imágenes que me consuelan para encontrarme cuando me pierdo en las horas de hacer y hacer para sobrevivir... para recordarme que puedo crear situaciones para romper con mi transitar por un mundo rígido, frío e indiferente, que parece gritarnos en cada esquina lo que debemos hacer, hacer y hacer cosas para perpetuarlo, porque "las cosas siempre han sido así, siempre ha habido alguien que manda y uno que obedece", como me decía mi mamá cuando era adolescente, punk y creía que podía simplemente desobedecer, ojala hubiese seguido creyendo eso... supongo que estaría muy lejos de acá, ese alzaimer de historia que intento no me posea, como el deber lo indica, para saber que esa certeza de la que me habla mi madre no es nada más que el olvido de nuestra historia de oprimidos. El valor de los testimonios.
Ahora que escucho que llegas y temo darte lo nada que tengo.. lo poco que he dejado para mí en tantos intentos de hacerme feliz... te escucho y pienso en el agua estancada... en mi abuela seca de estar siempre ahí en una vida para que mi abuelo volviese y para nunca hallar ningún sentido, quizá ni siquiera animarse a buscarlo, porque así es la vida, porque eres mujer, porque eres pobres y debemos trabajar, criar, envejecer y dejar que las cosas sigan siempre igual.
" Qué más vas a hacer, tienes que trabajar", parece que escucho decir cuando me quedo dormida camino a alguno de mis trabajos.
Para ser sincera, temí desde que supe sentada frente a ti, esa noche de otoño, que quería besarte. Temí porque supe que deseaba algo más que ese instante, que desde el momento en que me dormí cansada de los besos y antes ya sabía que quería más, que tendría más mientras tú quisieras y que sabría latente esa sensación de sentir que eres como esa mariposa que chocaba una y otra vez contra la ventana de mi cocina huyendo del caos que emano, de lo humana que soy al querer poseerte... no sé de qué manera ni por qué... qué representas me pregunto, por qué me hace tanto ruido tu presencia y porque soy adicta a esa sensación de deseo constante,de angustia de incerteza, de duda... a pesar de todas tus advertencias, a pesar de todas las voces que me han dicho: corre... sigo aquí esperando, medio disfrutando,mientras tengo la sensación constante de la despedida anticipada, de ese día no muy lejano en que no me llamarás, no me dirás hola, ni lo linda que luzco, ni lo mucho que te gustan mis besos y mi olor... también sé que dentro de ti hay cosas oscuras, que me miras como una presa tímida, encerrada en sus fantasías de cuentos, pinturas y canciones, sé que sabes que mi silencio habla del miedo que me da estas sensaciones que intento ocultar en vano y que te gusta mi recelo... o te gustaba... no lo sé... te abriré la puerta, puede ser que sea la última vez, ya me siento angustiada y sola, siempre sola porque es lo que quiero, quiero tener el valor de abrirte la ventana o de ser yo esa mariposa.
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